DEFENSA Y FLEXIBILIDAD EN VOLEIBOL (1)

Hola de nuevo, esta semana queremos hablar de la defensa, pero desde una perspectiva un poco diferente: la de la flexibilidad. ¿Y de qué manera vamos a relacionar la flexibilidad y la defensa? Desde el punto de vista de las limitaciones que una mala flexibilidad van a suponer a un jugador a la hora de defender.
Pero para poder profundizar en este tema y comprender cómo va a afectar al jugador de voleibol, debemos primero definir esta capacidad: La flexibilidad es la cualidad física básica que nos permite realizar movimientos en toda su amplitud con algunas o varias articulaciones de nuestro cuerpo. Esta cualidad tiene dos componentes básicos: la movilidad articular, es decir, la capacidad de movilización de cada una de las articulaciones y el elongamiento (estiramiento) muscular, que es la capacidad de la musculatura de distenderse o elongarse y recuperar su posición inicial.
A diferencia de las demás cualidades físicas básicas, como fuerza o resistencia, que evolucionan y aumentan sus valores desde el nacimiento hasta la tercera o cuarta década de vida, la flexibilidad es la única que involuciona, es decir, sus valores mayores son en las edades tempranas y a medida que pasa el tiempo sus valores decrecen sobre todo a partir de los 30 años.
La máxima flexibilidad se encuentra en la infancia, aunque también hay un cierto apogeo al inicio de la etapa puberal, más concretamente, alrededor de los 10-12 años y después se va perdiendo progresivamente.
scaleLa importancia de la flexibilidad en el deporte deriva de su interrelación con todas las demás cualidades físicas, ya que mejora la movilidad articular y la elasticidad músculo-tendinosa, lo que permite al deportista plena libertad de movimientos y ayuda a evitar posibles lesiones del aparato locomotor. Si aplicamos esto al voleibol, podemos darnos cuenta de que un déficit de flexibilidad puede complicar la asimilación de las técnicas de ejecución o los elementos técnicos propios de esta disciplina.
Cuando hablamos de defensa en voleibol, es evidente que existen diferentes condicionantes, como pueden ser la velocidad de reacción y de movimientos, la interpretación de la acción del atacante, etc. Sin embargo, otro elemento que no tiene menos importancia son las posiciones iniciales.
Ya hablábamos en un post anterior sobre la importancia de una buena posición de partida para mejorar la capacidad de reacción. Sin embargo, hoy queremos incidir en cómo influye la flexibilidad a la hora de conseguir una posición adecuada en defensa.
En los últimos años, hemos ido desarrollando una serie de ejercicios para mejorar el control de balón y la posición inicial defensiva, con los que trabajamos con nuestros diferentes equipos. Durante este tiempo hemos observado como aquellos jugadores de mayor edad tienen bastantes problemas para lograr ejecutarlos correctamente, a consecuencia de las limitaciones tanto a nivel de movilidad articular como a nivel de elasticidad muscular. Cuando más jóvenes son los atletas, por el contrario, mayor facilidad tienen para realizar estos movimientos o para, tras un cierto tiempo de adaptación, mejorar su posición y, por lo tanto, su capacidad defensiva.
Antes de profundizar más en las razones por las que la falta de flexibilidad pueden resultar un problema, es necesario describir la posición inicial defensiva que tratamos de conseguir:posicion inicio antebrazos
  • Piernas con una separación ampliamente superior a la anchura de las caderas, pero que permita realizar desplazamientos rápidos.
  • Rodillas orientadas en la misma dirección de los pies.
  • Rodillas flexionadas y levemente proyectadas por delante de los pies y cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, llevando el peso del cuerpo hacia la punta de los pies.
  • Brazos separados y por delante del cuerpo con las palmas hacia arriba.
Receptor.pngUna vez descrita la posición, nos damos cuenta de que la capacidad de flexión de piernas resulta determinante y que vamos a demandar al jugador que adopte una postura en la que su tren inferior estará en flexión de rodilla, tobillo y cadera. Además, la separación entre ambas piernas también va a requerir un buen estiramiento de la parte interna del muslo. Esto significa que tanto la movilidad de dichas articulaciones como capacidad de elongación de la musculatura de piernas, debe permitir al deportista lograr el grado de flexión suficiente para lograr esta posición.
Si algún elemento de esta cadena muscular ofrece resistencia, nos vamos a encontrar con un deportista que se encuentre limitado a la hora de conseguir una posición baja o una inclinación del cuerpo adecuada, que intentará suplir mediante diferentes adaptaciones.
Por ejemplo, aquellos jugadores con acortamiento en la zona posterior de la pantorrilla, tendrán dificultad para lograr “proyectar las rodillas por delante de la punta de los pies” y tenderán a realizar una apertura de las puntas de los pies para lograr desdender su posición. Asimismo, aquellos con poca flexibilidad en la zona aductora (la parte interna del muslo) no podrán separar las piernas lo suficiente, con lo que para lograr una posición baja, tenderán a inclinar el tronco hacia delante. Las limitaciones en la movilidad articular también tendrán consecuencias similares y condicionaran la postura de los deportista, que realizarán cambios para tratar de conseguir el mismo resultado en la acción defensiva.
Estos son algunos ejemplos de problemas habituales con los que nos podemos encontrar cuando los deportistas tienen falta de flexibilidad. Evidentemente, la solución pasa por mejorar esta capacidad física mediante el entrenamiento. Además, nos encontraremos con mayores dificultades cuanto mayores sean nuestros jugadores. Por esta razón, es importante incidir en estos aspectos cuando los deportistas son jóvenes y tienen mayor capacidad de mejora y adaptación.

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