Para muchos el ataque en voleibol es considerado la acción más determinante del juego, pues con ella se consiguen la gran mayoría de los puntos de un partido. La realidad es que el ataque es el elemento técnico que debe culminar las jugadas, con lo cual es difícil que un equipo sin una mínima efectividad en el ataque pueda conseguir la victoria aun consiguiendo buenos números en otras facetas del juego.
Como ya comentábamos en un post anterior. El ataque tiene una gran dificultad en su aprendizaje, pues implica una combinación coordinada de múltiples técnicas que resultan complicadas cuando se llevan a cabo en conjunto y de manera sincronizada con el vuelo del balón.
En este post, nuevamente vamos a analizar el gesto de ataque de manera muy analítica. La razón por la que vamos a segmentar el gesto técnico en varias partes es porque nos interesa focalizar toda la atención en un determinado elemento o aspecto del mismo. En este caso nos centraremos sólo en el último paso de impulso hacia el salto y en la búsqueda de un golpeo a la máxima altura.
Aunque influyen diversos factores, en esta entrada vamos a centrarnos en el último impulso de la batida. Estos dos últimos pasos son los más importantes y explosivos, y sumados a la acción de los brazos, ayudarán a convertir la velocidad horizontal en impulso vertical, para lograr alcanzar el balón en el punto más alto.
Para aprovechar al máximo la capacidad de salto de nuestros jugadores, nos vamos a centrar en enseñarles a que aprovechen adecuadamente la fuerza que se ejerce con el movimiento de los brazos. Estos realizan un movimiento pendular desde detrás hacia delante que ayuda a aumentar el impulso hacia el arriba.
Desde una posición con las manos por detrás del cuerpo y elevadas por encima de la cabeza del jugador, los brazos continúan su movimiento hacia delante y hacia arriba, quedando momentáneamente juntos en una posición elevada y separándose posteriormente para realizar el armado, llevándose el brazo ejecutor hacia atrás en posición de arquero y volviendo nuevamente hacia delante para contactar el balón.
Por último, aunque nosotros nos hemos querido centrar en esos dos últimos pasos, hay que decir que la velocidad de la batida también influirá en la altura del salto. Como batida entendemos la aproximación a la red una vez calculada la trayectoria de vuelo del balón al salir de las manos del colocador. Esta acción suele constar de tres (o cuatro) pasos que nos ayudan a impulsarnos en el salto y ejercer más potencia en el movimiento de golpeo. Se suele trabajar con una posición de partida por detrás de la línea de tres metros (tras un movimiento de aproximación anterior), realizando los pasos de forma que nos obliguen a terminar con el pie contrario al brazo ejecutor adelantado.
Y aquí os dejamos el vídeo con la secuencia de ejercicios que os queremos proponer para el desarrollo de estos aspectos. Esperemos que os resulte útil.
No os olvidéis de seguirnos en las redes sociales. Nos vemos en el próximo post de Voley por el mundo.
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