A la hora de comenzar la confección de nuestro modelo de juego lo más importante es que sentemos las bases de lo que serán nuestros sistemas básicos de juego (recepción, ataque y defensa), así como las características de nuestras jugadoras y el rol que desempeñarán en el equipo. A su vez debemos establecer unos objetivos operativos tanto para el equipo como para cada uno de los roles que tendremos en el equipo y, de esa forma, que cada jugadora conozca su papel fundamental en el engranaje del equipo.
Los Sistemas Base de Juego (SBJ) que vamos a utilizar durante la temporada son la base fundamental sobre la que se asentarán todas y cada una de las relaciones y disposiciones que plantearemos a las jugadoras para cada una de las situaciones concretas de juego, por llamarlo de alguna manera, son los cimientos de nuestra casa sobre los que ir construyendo el resto del edificio. Estos sistemas tienen que resolver preguntas tales como ¿con cuántas jugadoras recibiremos como receptoras principales?, ¿Cuántas colocadoras tendremos en el sexteto titular?, ¿Qué especialización funcional tendremos en el equipo?, ¿Cómo será nuestra posición inicial en defensa?, ¿con cuántas jugadoras queremos frenar el ataque contrario en bloqueo como opción prioritaria?, … Realmente no necesitaremos demasiada explicación para esta parte del Modelo de Juego ya que será en las siguientes diapositivas en las que lo desarrollaremos todo lo detallado que seamos capaces, pero si tenemos que ir teniendo claro la diferenciación entre cada una de las jugadoras, en función de sus características individuales, y su ensamblaje perfecto dentro del sistema del equipo.
En cuanto a los roles de cada una de las jugadoras, en mi caso particular, me gusta identificar a las mismas por letras y, para cada letra, diferenciar entre mayúscula o minúscula en función del peso que tendrá esa jugadora en el sistema de ataque del equipo, me explico. Para las receptoras utilizo la letra «A» (como Atacante) para identificarlas, pero distinguiendo entre «A» y «a» para las dos receptoras que participan en el juego dentro del sexteto titular. La que actúa como «A» es la receptora adyacente a la colocadora (en un hipotético inicio con la colocadora en zona 1 sería la receptora de zona 2), la cuál debe priorizar su aportación al equipo sobre el ataque arriesgando en la consecución del punto mientras que deben asegurar su participación en recepción, por el contrario, y por un tema en mi filosofía de construcción de equipos, la otra receptora «a» (alejada a la colocadora) debe priorizar su aportación al equipo sobre la recepción, arriesgando en la misma para obtener valores de excelencia, mientras que su aportación en ataque debe pasar por no generar error. Como les comento esto es un tema «filosófico» (si lo quieren llamar así) de concepción de juego. Mi prioridad es construir equipos desde el equilibrio y el mismo se puede alcanzar de dos formas: o por el método de la balanza o por el método del reloj, me explico de nuevo. En una balanza el equilibrio en la misma se alcanza cuando las dos partes «pesan» lo mismo, trasladado al equipo sería que las dos jugadoras aportasen lo mismo y tuvieran las mismas exigencias técnico-tácticas, en el reloj el equilibro y el buen funcionamiento pasa por que cada uno de los elementos que constituyen el sistema desarrolle su función específica y concreta, sin aportar nada en el resto de funciones (el segundero está pendiente de moverse en cada segundo, el minutero en hacer un movimiento cada 60 segundo, la manilla de las horas en moverse cada 60 minutos, …) haciendo del conjunto un sistema armónico, equilibrado y preciso. Como habréis podido deducir me decanto por este último sistema en la búsqueda del equilibro de tal forma que las jugadoras deben aportar su máximo rendimiento en determinados aspectos del juego en los que su par tiene menor responsabilidad.
Igualmente ocurre con las jugadoras centrales, para ellas utilizo la letra B como principales bloqueadoras que deben ser en el equipo («B» y «b»). En el caso del voleibol femenino deben caracterizarse por habilitarse en zonas de ataque muy diferenciadas la una de la otra, de esta forma la jugadora que se establezca como central adyacente «B» debe ser una jugadora con una alta participación en los ataques ejecutados con la técnica de ataque a una pierna por detrás de la colocadora, mientras que la central alejada «b» debe ser una jugadora con una mayor habilitación en ataques por delante de la colocadora.
Una vez establecidos los roles de las distintas jugadoras que van a formar parte del equipo tendremos que hacer un profundo estudio de los resultados estadísticos obtenidos en temporadas pasadas (por esto y por más cosas aconsejo siempre llevar un control estadístico del rendimiento del equipo) tanto por las jugadoras (si han formado parte de nuestro equipo) como de los rivales y equipos que han alcanzado cotas de rendimiento que figuran dentro de nuestros objetivos. Por ejemplo, si queremos ganar la liga, tendremos que saber que rendimiento de ataque, recepción o bloqueo ha tenido el campeón de la temporada pasada. A partir de ahí y, con esos datos bien estudiados, establezco objetivos individuales para cada uno de los roles, en función de las prioridades que les marquemos y que serán la guía a través de la cuál sabremos si nuestro rendimiento colectivo e individual está siendo el correcto. Un ejemplo muy llamativo en estos objetivos operativos está en lo que le pedimos a cada uno de los receptores:
- Receptora «A»: Esta jugadora ya hemos dicho que será, principalmente atacante, por lo que su objetivo en ataque será de rendimiento, concretamente un 40% en K1 y un 35% en K2. En este valor no tenemos en cuenta los errores que comete ya que tan solo evaluaremos su rendimiento punto, es decir, si de cada 10 balones que ataque de K1 hace 4 puntos y tira 6 balones fuera, ESTÁ CUMPLIENDO CON SU OBJETIVO INDIVIDUAL DE ATAQUE. Esto puede sonar extraño pero, en mi filosofía de juego quiero que esa jugadora arriesgue en ataque en la búsqueda del punto. Por contra, en recepción queremos que «asegure» y no comenta errores, por ello, el valor que le pedimos es un coeficiente (media aritmética), más concretamente un 2,4 en el que pesan todos los valores de la recepción, tanto los buenos como los errores, por lo que tiene que buscar una estabilidad en sus acciones.
- Receptora «a»: Para este perfil buscamos una jugadora con un objetivo marcado de ser la mejor receptora del equipo aunque, si para ello, debe disminuir su aportación en ataque. Por ello los estadísticos para esta jugadora se determinan como rendimientos de recepción en los que tan solo aparecen las acciones que nos permitan atacar con primeros tiempos y eficacias en ataque, en las que a los puntos que consiga se le restan los errores que comenta. Al contrario de la jugadora anterior, con este perfil pretendemos que arriesguen en recepción en la búsqueda de la excelencia.
Comentarios
Publicar un comentario